El origen de la voz.
Azares Submarinos.
Francesc Tagarí.
Príncipe de un imperio en ruinas.
Un niño orondo y mal criado
es como un sueño lunar.
Aunque no puedo decir que me guste demasiado.
Pienso sobre los que adoran al laurel
para sentirse amados por quien
los han de devorar y me dan pena.
Una transacción, un hombre remoto,
es todo el retrato que te puedo narrar,
pues tuvimos en nuestras manos
la transmutación del espíritu en carne,
allí en el horizonte que tiene y no tiene límite, o tal vez entre lo informe.
¿Quién lo dijo?
Me llamas desde ese desierto de avariciosos sin pechos maternales, para darme
la oportunidad de ofrecerme en sacrificio y
descubro que nunca he estado
en muchos sitios a la vez.
Sé que bebía del calor y del frío y de todo.
Como un estúpido regresando paranoico
todos los días de entre un catálogo semanal de esperanzas.
¿Que no era de aquel mundo? Ya lo sabía
Ya me conocía la idolatría de los espejos,
y vi que no sería la muerte,
a la que tendría que conquistar
en los pasillos sin fin como bancos de sardinas.
Otra oportunidad otra espera
siempre está ahí; puede que en el exterior
de esta aberrante ciudad de las fantasías.
De invocar el silencio.
I
Ella espera y vive sola la forma del universo,
la bruma dorada de la tarde.
Se juntaron la diosa tierra, la inercia de los planetas
y el genoma, y una vez sueltos en este sueño, aparentemente real,
como un ensayo de la vida,
fueron a parar a la misma cama, al mismo punto,
cómplices para siempre de los hechos consumados.
Hoy ella se queda aquí dentro,
a comprender cómo la realidad no es un sueño.
Allí ella recoge espantos de color violeta,
que por nada ni a nadie va a ceder,
pues los miedos llevan como espejos en los ojos.
Y por debajo de sus pectorales,
donde nunca hace frío, el amor,
que entre sentido común y sentido común,
le presta
relatos
de la frontera.
II
Sólo algunos en ese amor entraron,
Ella siempre en sí misma.
¿ A caso se podía desandar lo caminado
con sólo entrar a echar una mirada?
.
De haberlos quitado (los miedos)
tan primitivos, otro sueño podría haber sido real,
si no hubiera cedido a esas ganas que se comían
la voluntad de las palabras,
como esbozos del abismo.
Como en una nueva resurrección, tal vez
también tendrá un líder de paja,
un fetiche que le calentará la cama
con la magia de sus argumentos bien tensados.
Del placer de dormir
I
Viajar de sol a sol es como saltar,
es como devolver a la tierra su deuda.
Oculta allá abajo, dentro.
No quiero una sola cultura
que me enseñe un único mundo,
y sus canales, que agote
los días del hombre y del niño,
(que martirio de romanticismo)
El mundo no es un sueño a pesar de lo que digan.
Otros nos soñarán, natural o artificialmente,
cómo se nos comían la voluntad de las palabras.
Yo creo que van al mar oscuro (los sueños).
Y creo también que la raza no era tan joven
para poder seguir buscando, para crecer como las tormentas.
II
Cómo han brillado las palabras
(que desastre de humanismo)
creadas por los dioses anteriores a nuestro días,
que dios nos asista del tribunal de los expertos.
A veces me detengo entre sol y sol
y sueño un nuevo ideal más allá
de las entregas completas, en volúmenes
muy bellamente encuadernados, de amor.
Y tengo un sueño donde hombres amarillos,
que un ave del infierno dispara,
escavan cisternas, que me llevan,
pues esto no es la muerte,
ni la realidad, es decir, la verdad.
La verdad es como cuando el sueño y el hecho
coinciden en la misma dimensión
de su espacio tiempo.
Pero yo ya duermo.
Sabremos si vamos adelante o hacia atrás.
Un niño ante el horizonte azul
se conforma con coger de la red submarina
tiernos y cálidos peces
de la realidad y el sueño, que como el agua,
tras las náuseas de las resacas de este mundo,
con una manta de abrazos genera una fantasía
que ningún sueño puede detener.
Que si su proporción (si o no)
Que cuantos tesoros.
Que si soy como tú.
Y respiro ese tiempo intermedio
como un tirón que me llega de los pactos tácitos
de todo lo que amo.
Al final de la tarde, preferiría construir.
¿Y qué con las horas muertas?
Devolvednos al menos en parte, entre las cosas pequeñas,
pues a nada más estoy dispuesto hoy, el tiempo robado.
Y no, no he de juzgar al mundo.
Para volver a empezar y volverlo a intentar;
qué llanamente simple es saltar (hay muchas versiones)
a través de los insectos que se agrupan, imaginándonos a nosotros mismos,
como animales del abismo, a unos centímetros de profundidad
más o menos del cráneo.
Las palabras que se agrupan casi sin sentido
Me gusta construir
en una roca o dentro del huevo.
De blanco, se organiza el sentido.
Como si fuese un pero o un seremos,
exigiremos democráticamente también desde un rincón
donde tan sólo se oiga el zumbido.
Pues es la máquina un dios sin sexo.
¿Te preguntas donde están los que miran el mundo?
Siento el tirón y nos amamos,
bajo las horas de la media noche
que se comían la voluntad de las palabras,
y entonces ya nada me atormenta.
El soma, anhelo.
¿Y si fuera fácil viajar de estrella a estrella?
Me hablas de amor y me enseñas a ascender.
¿A qué jugábamos los niños?
Castillos que flotan, viejos y empecinados
que de parecerse a algo sería a las alas negras de la canción del miedo.
Como amigo te puedo decir que ansío la música que se esconde en los abrazos, como un sol.
Y al final vino la pubertad y el pubis que se cubrió de pelo.
El primer ministro.
Anda junto a ti como si te conociese
de toda la vida.
Nació correspondido entre las palabras
que zumban por los círculos adecuados.
Y puede que los tengamos de enormes dimensiones, de sueños que nunca llegarán.
¿Qué precio has conseguido en el mercado?
Así son los enjambres vistos desde lejos.
Guárdalo en el mayor de los secretos
pues fuimos hijos del hombre, amontonados.
¿Y para cuando el reino de los cielos?
Como espejos con escamas plateadas, quien es el responsable, no trae nada, pues ni en la muerte ni en las promesas hay cosechas sin ser sembradas.
Diría que había llegado la hora.
Todos los recuerdos excepto ese amor
siguen vivos, con apariencia de pensamientos,
como la escarcha,
en un mar que yace removido
y zumba como un enjambre que
se autodevora,
o vaga solitario reflejándose a sí mismo.
¿Quién fue el elegido?
Si en la muerte hubiera sueños,
saltaría de piedra en piedra en un arroyo
en paz viviendo la vida; saldría de la oscuridad
de un sentido común a otro sentido común y
entre estrella y estrella,
cantaría que en la muerte no hay sueños
y que una vida es más que suficiente.
Estoy de parte de los que miran el lado cálido
de un amor sincero, seguros del viaje,
como al principio.
Y otras veces incapaz de amar el
poder de auto transformación,
simplemente me desintegro.
Será la muerte, pues la muerte y la tierra
sacrificaron siempre palomas blancas.
Como un enorme pez palabra
Agotado de navegar,
describo el advenimiento,
que nace y que algunos pagan en oro,
y que otros cambiarían por un sueño, de la realidad.
Pienso en vuestro regazo
gigantes sin nombre como la tierra,
en un viaje de los de verdad,
como si nos juntásemos en grandes bancos de peces a dejarnos nuestro último suspiro.
No quiero amarte tanto.
Hay agazapado entre los sueños
y entre los bucles sagrados,
como en el sueño de un muñeco, un recuerdo,
que desconocía por completo, ha pasado ante mí (mejor sería recogerlo).
Muero y me reconozco.
Donde las palabras
Mientras pasábamos por delante del tribunal,
Dios o la tabla periódica de los elementos,
tenía para ti y para mí el fuego vivo
de un ser primitivo y despiadado.
Al final dejamos todos de buscarte.
¿En el fondo de qué?
De nuevo la magia
al saber que en las humedades
de tu sexualidad hay
hormonas legendarias,
que vienen viajando desde el origen..
Buscan habitantes,
bajo los soles,
pues te han reconocido,
obsesionada.
No me quieras tanto.
Desde la ventana
las substancias mágicas,
herencias de los dioses ya muertos,
han abierto una puerta
para entrar y salir
cuando el amor ya haya pasado
y quede el destilado limpio
del respeto más absoluto.
El respeto es una cosa mágica.
No soy indiferente
Y sin embargo
Hay una horda de bárbaros incivilizados
bellamente extendidos
tras los trozos del dios único que explotó
hace ya mucho tiempo.
Necesito más sentido del humor.
Volver a encontrarte
Me basta con andar,
relacionar cosas
con los mismos colores y
volver a encontrarte.
La fotografía sería más o menos esta:
Un sol radiante.
La avenida de los plátanos
junto al polígono industrial.
El perfil de tejados metálicos
vibrando al calor del sol.
Un perfil de geometría industrial.
El zumbido de los neumáticos
rodando por el asfalto en
el murmullo sordo de la ciudad despierta.
Sólo unos cuantos transeúntes
cruzando pasos de cebra para
ir a comprar al gran supermercado.
Comentarios recientes.